Empezó septiembre, hacía menos calor, algo como el verano en España. Decidimos viajar menos fuera de Kashihara para disfrutar de la zona y la compañía de Mama-san. De hecho un día nos levantamos a las 4.00 de madrugada para subir con ella y sus amigos a la montaña Unebi-yama. La entrada estaba cerca del santuario. Un vez arriba hicimos con un grupo de jubilados ejercicio acompañados por la audición en la radio, que les indicaba los pasos. Nosotros intentamos seguirles el ritmo.
Al lado de nuestra casita
Durante nuestros paseos vimos muchos huertos, me fijé en los kiwi. Muchas veces al lado del huerto ponen un puesto, con verduras empaquetadas muy baratas, el dinero se deja en un caja con un agujero (como una pequeña hucha). Así pudimos comprar verdura y fruta de temporada fresca y barata (en los supermercados es supercara)

Detrás de nuestra casa había ruinas de un templo, preciosas flores de loto y otro tipo de flores. Venía mucha gente para verlo.
El Monte Unebi, donde todos los días Mama-san hace ejercicio.


Perdiendonos por la ciudad encontramos unas tumbas de emperadores y sus familiares.
Fuimos con Mama-san a Imaicho, al lado de Kashihara. Es una aldea histórica de la época de Edo. Visitamos algunas casas- museo de comerciantes ricos. Nos dijeron que este sitio es escenario de culebrones japoneses, desarrollados en el pasado, porque no se ven los cables eléctricos.
Otro día volvimos solos
Otro día volvimos solos
En casa de Mamasan
Paseamos mucho por el parque.





Estaba dibujando, mientras que Esaú practicaba japonés hablando con un hombre, que resultó muy simpático. Se presentó como Hide -san y hablaba algo de inglés.





Estaba dibujando, mientras que Esaú practicaba japonés hablando con un hombre, que resultó muy simpático. Se presentó como Hide -san y hablaba algo de inglés.
Hide-san nos invitó a su casa a cenar. Conocimos toda su familia: la esposa Asagi- san, la hija Tsugumi-chan, la madre, la hermana y el cuñado. Comimos muy bien, nos sirvieron sake. Tenían mucha curiosidad por España y Polonia. Esaú preparó tortillas de patatas. Les gustó mucho.
Nos llevaron al templo sintoísta de Miminashi para ver el festival de sumo de niños. La gente hacía ofrendas y rezaban por buenas cosechas. Los niños (solo chicos) luchaban para crecer sanos. Al ganador los sacerdotes le regalaban un tipo de símbolo kami.
Fue sábado 16 de septiembre, por la mañana sobrevoló Japón otro misil de Korea del Norte. Hiroko nos llamó y dijo "No tengáis miedo, no es nada grave". Nos comento que para los japoneses ya es algo habitual las amenazas koreanas.