El domingo fuimos al jardín de l’Albarda , cerca de Pedreguer. Este proyecto empezó en los años ochenta, cuando el ingeniero químico y empresario Enrique Montoliu adquirió un terreno agrícola (donde solo había pinos y algunos naranjos y limoneros) en la partida de l’Albardanera. La idea inicial era, simplemente, acoger una segunda residencia, con su correspondiente jardín privado de especies exóticas. Cuando en el año 1990 se termina la construcción de la casa y del jardín, Montoliu, un mecenas de la naturaleza, tuvo la suerte de conocer a Juanjo Todolí, que lo asesoró sobre los beneficios del uso de la planta autóctona. Así el proyecto, que inicialmente era estrictamente privado y sin tener en cuenta la sostenibilidad, se empezó a abrir al público (en aquel momento solo un sábado al mes) para que pudiera ser visitado. En L’Albarda podemos encontrar más de setecientas especies, con una gran variedad, y aunque la mayoría de las plantas son autóctonas, también hay araucarias o acebos, así como algunas especies tropicales, una colección de palmeras y una de rosas.