De vuelta a Tokio fuimos al bario Kameido cerca de la estación de Tokio. Antes habíamos reservado un apartamento Nishi-Ojima Apartment Matsuda (319 € por 4 noches). Es un sitio muy bien comunicado, sobre todo con el aeropuerto de Narita. Por desgracia el apartamento resulto bonito solo en las fotos. Luego las toallas estaban sucias, la ropa de cama sin cambiar. Por la tarde fuimos a Shibuya, porque Kati quería ver el famoso perro Hachikō.
De vuelta buscamos en el bario un restaurante para coer. Al final entramos en un tipo bar pequeño, típico japonés. Comímos soba, estaba muy buena.
Por la noche casi no dormimos por el calor. Al día siguiente fuimos a Ginza para ver el teatro Kabuki, con entradas reservadas anteriormente y trama de espectáculo leída.
Pasamos también por el famoso mercado de pescado, que en parte se quemó, pero era tarde. Mejor ir temprano a las 4 h de madrugada si quieres ver las visitas que hay programadas.
Al día siguiente visitamos el bario antiguo de Asakusa que durante la mayor parte del siglo XX, fue el distrito de entretenimiento principal en Tokio. El rokku o "Sexto Distrito". Fue famoso en particular como un distrito de teatros, con cines. El área fue fuertemente dañada por los bombardeos estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, en particular en el bombardeo de Tokio en marzo de 1945. El bario impresiona por su ambiente de callejuelas estrechas, pero es agobiante el número de turistas.
Sensō-ji es el templo más antiguo de Tokio y uno de los más importantes. Durante la Segunda Guerra Mundial el templo fue bombardeado y destruido, su reconstrucción fue símbolo de la paz y renacimiento del pueblo Japonés.
Cerca encontramos una cafetería muy mona. Estábamos muy cansados, que costaba dormir por las noches por calor.
En el mismo barrio subimos al barco (salida cerca de estación JR) para navegar por el río debajo de puentes. Me mareé un poco y Kati estaba con migraña.
Vimos el puente colgante Rainbow Bridge, tendido sobre la parte norte de la Bahía de Tokio. El puente lleva tres líneas de transporte en dos cubiertas. La cubierta superior lleva la Ruta 11 (Ruta Daiba) Autopista Shuto, mientras que la cubierta inferior lleva el sistema férreo de tránsito rápido Yurikamome (gaviota cabeza negra), la Ruta Prefectural Tokio 482 y las pasarelas peatonales. Es posible recorrer el puente a pie, el lado norte ofrece vistas del puerto interior de Tokio y de la Torre de Tokio, mientras que el lado sur ofrece vistas de la Bahía de Tokio y ocasionalmente del Monte Fuji, cuando es visible. Los pasillos peatonales solo se pueden usar durante ciertas horas. Nosotros lo cruzamos con el tren, lo que más me gustó fue este trayecto por las vistas. La isla de Odaiba no me impresionó.
Creo que vale la pena verlo desde Odaiba por la noche
También vale la pena la nocturna panorama desde la torre Skytree. Es la estructura artificial más alta en Japón desde 2010. Con una altura de 634 m, fue inaugurada el 22 de mayo de 2012. Arriba hacía frio.
Cerca de nuestro apartamento.
Al día siguiente visitamos el parque de Ueno dónde se encuentran: El Museo Nacional de Tokio, el Museo Nacional de Ciencia de Japón, el Museo Nacional de Arte Occidental. una sala de conciertos, la capilla Tōshōgū, la Charca Shinobazu y su capilla Benzaiten, y el Zoológico de Ueno (se pueden ver pandas).
Hemos visto el estanque Shinobazu.
El templo Kiyomizu Kannon-do construido en 1631.
El santuario Ueno Toshogu fue construido originalmente en 1616, el santuario fue renovado en 1651 por orden del tercer shogun Iemitsu Tokugawa, quien lo cubrió de grandes cantidades de pan de oro, siendo uno de los santuarios más exuberantes de Tokio.
La última cena de Kati y Carlos en Japón. Lo pasamos bien, pero daba pena despedirnos de ellos.
Por la mañana les acompañamos al aeropuerto de Narita. La despedida fue triste pero habíamos disfrutado de muchos momentos que recordaríamos para siempre.
A partir de este momento íbamos a viajar por Japón los dos solos.
De vuelta a Tokio fuimos en autobús (billete de 1000 yenes). Desde allí cogimos el metro (a partir de entonces se acabó el "JR Pass") para ir a Ikebukucho, donde esperamos 9 horas para nuestro autobús nocturno a Kioto. Antes habíamos comido ramen rico, rico en el bario Ochanomizu. Buscamos el mismo pequeñito restaurante dónde Esaú había comido ramen en su primer viaje a Japón. Había solo una mesita y camarera nos miraba con mala cara.
Los japoneses miraban mi camiseta y les hacía mucha gracia. Hiroko me explicó que era anuncio de un detergente.
Al lado había un parque lleno de gatos que se dejaban acariciar
El viaje duró 10 horas, casi no dormí. Llegamos a Kioto muy muy cansados. Nos enteramos que un misil de Korea del Norte sobrevoló Hokkaido.